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Energía y paz: retos para la construcción
de un nuevo país rural
Energy and peace: challenges for the construction of a new rural country
José Eddy Torres · Editor invitado
Experto en energización rural sostenible.
Exdirector del Programa de Energía Limpia para Colombia (CCEP/USAID 2012-2017).
Contacto: jeddytorres@msn.com
Desde el primer Plan Nacional de Electrificación Rural
en 1973, predomina la concepción estatal de que
esta “consiste esencialmente en proporcionar energía
eléctrica a los habitantes rurales carentes actualmente
de ese servicio, por medio de la extensión de los
sistemas eléctricos del país hacia los núcleos, veredas
y viviendas dispersas clasificadas como rurales, es
decir donde sus habitantes se dedican esencialmente a
actividades agropecuarias y habitan a lo sumo en centros
de 2.500 habitantes.”1 La suposición tradicional de
muchos sectores energéticos, organismos y fondos
financieros internacionales, académicos, profesionales
y comunidades marginadas, de que la ampliación de
“cobertura” o “conexiones” eléctricas domiciliarias
automáticamente mejoran la vida y productividad de los
habitantes rurales ha sido crecientemente cuestionada
a nivel internacional. Análisis estadísticos multivariados
recientes en la India por la Universidad de California
en Berkeley 2 y del Banco Mundial en Bangladesh,
entre muchos otros, encuentran que los beneficios
socioeconómicos de la electrificación rural han sido
sobrevalorados, pues “simplemente proporcionar una
conexión no es suficiente para estimular el crecimiento
económico, especialmente cuando la calidad del
suministro eléctrico es pobre.”3
Si bien en todo el mundo la expansión de cobertura
inmediatamente mejora la iluminación de las viviendas,
la magnitud y tipo de beneficios que conllevan la
electrificación rural depende de cada contexto espacial
y social específico, y tienen que ver con la confiabilidad
y calidad del suministro1, los años transcurridos desde
que se cuente con un suministro continuo y estable
y, en no pocos casos, de la distribución de poder
adquisitivo entre los usuarios conectados para dotarse
de electrodomésticos y equipos productivos. Sin la
existencia, o estimulación, de actividades económicas
que conduzcan al aprovechamiento productivo de la
electricidad y ayuden a mejorar los ingresos y poder
adquisitivo familiares, la electrificación se convierte
simplemente en bombillización. Un derecho social a
estas alturas de la humanidad, pero un paupérrimo
logro para un país.
Las estadísticas nacionales indican que Colombia es un
país relativamente bien electrificado, con una cobertura
de 96,9% del total de viviendas a diciembre de 2015,
desagregada a nivel urbano en 99,72% y a nivel rural en
87,83%. 4 Sin embargo, una mirada más detallada a la
realidad energética rural colombiana muestra evidencia
similar a los análisis internacionales sobre el limitado
papel que la electrificación ha jugado en el desarrollo
socioeconómico del campo. A través de encuestas
estadísticamente representativas de hogares rurales2
realizadas en años recientes en el contexto del diseño
de los Planes de Energización Rural Sostenible PERS
1. Horarios y cortes de suministro; oscilaciones, caídas y picos de tensión; etc.
2. Los PERS abarcan población en cabeceras municipales con Índices de Ruralidad (IR) mayor a 40% y población del resto de municipio. Los IR municipales fueron estimados por el PNUD en
2011. 6
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