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“Un pueblo sin energía es un pueblo sin desarrollo”: Harold Valencia
CCEP, de USAID, con el
apoyo de la empresa privada
Celsia y su filial Empresa
de Energía del Pacífico,
EPSA, cofinanciaron la
implementación de un sistema
híbrido de energía solar-diéselbatería
que iluminó la vida de
los habitantes de esta isla
del Pacífico.
Universidad de los Andes, Bogotá D.C., Colombia.
todas las viviendas como de las demás edificaciones
institucionales, la dotación de bombillos y de luminarias
públicas LED, así como un fuerte componente de
organización social y empresarial, aspectos difíciles de
financiar con recursos públicos del sector energético.
Además de demostrar en la práctica la viabilidad
tecnológica de la generación eléctrica fotovoltaica en
este clima, el proyecto incorporó elementos claves de
gestión técnica y social orientados a asegurar el uso
eficiente de energía y la perdurabilidad y sostenibilidad
a largo plazo de la solución aislada instalada. Por una
parte, la comunidad aceptó la instalación de medidores
prepago como herramienta para asegurar el recaudo
de tarifas de acuerdo a los niveles de consumo de cada
usuario. Por otra, se logró crear y capacitar una empresa
comunitaria que asumiera la propiedad de los activos –
formalmente donados a la comunidad tanto por EPSA
como por USAID – que se encarga desde entonces de
la administración, operación, mantenimiento y futuras
reposiciones de componentes del sistema (baterías,
inversores, luminarias públicas, etc.).
De acuerdo con Harold Valencia, representante legal
de la empresa comunitaria constituida (la Junta
Administradora del Servicio de Energía, JASE, de
Punta Soldado), uno de los invitados al panel ‘Barreras
regulatorias y esquemas empresariales’, desarrollado
durante el Foro de la Revista de Ingeniería ‘Energía
para un nuevo país rural’, antes de la implementación
del proyecto sus pobladores tenían serios problemas
de comunicación con los municipios cercanos y la
capital del departamento, sus niños no asistían a su
jornada completa de estudios en las horas de la tarde
y solo podían consumir productos refrigerados cuando
viajaban hasta Buenaventura, dificultad que, además,
estancaba el desarrollo productivo del corregimiento,
tradicionalmente pesquero, pues no tenían cómo
conservar la cadena de frío para comercializar
sus productos.
Con la implementación del proyecto, el corregimiento
experimentó un giro de 180 grados en temas de desarrollo
para sus pobladores, quienes ahora gozan de energía las