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Contribución de la energía a la consolidación del desarrollo económico en territorios en posconflicto: el caso del Plan de
Consolidación de La Macarena en Colombia | Carlos Alberto Ávila Cerón e Ignacio De los Ríos Carmenado
Universidad de los Andes, Bogotá D.C., Colombia.
a la naturaleza son también necesidades humanas y
exigencias que se presentan como valores en sí mismos.
Desde esta nueva visión el modelo WWP se presenta
como una propuesta conceptual para abordar esta
visión integrada de la prosperidad rural, incorporando
elementos de la planificación como aprendizaje social
que trata de valorar, por encima de todo, la construcción
de confianza y la mejora de las conductas humanas de los
agentes implicados. Desde la base de estos principios, el
modelo integra los siguientes componentes.
Componente ético–normativo: recuperación de la
confianza. Entre las acciones prioritarias se encuentran las
que contribuyen, en forma significativa, a la construcción
de confianza. Esta se realiza desde el “Trabajo con la gente”
(WWP), buscando una nueva orientación para los proyectos
rurales con énfasis en el desarrollo de las competencias
(contextuales y de comportamiento) y exigiendo a los
planificadores una sensibilidad social (Cazorla y De
los Ríos, 2010), y estándares éticos que superen los
aspectos meramente estructurales y técnicos. Entre los
trabajos realizados para la construcción de confianza se
destacan los relacionados con la mejora de la seguridad,
las vías de comunicación, la infraestructura y servicios de
interés social (educación, salud, recreación, etc.), además
de proyectos de alto impacto como la contribución de
la energía a la consolidación del desarrollo económico
en territorios en posconflicto. A su vez, se consideran
prioritarias las acciones para fortalecer las competencias y
los valores de las Juntas de Acción Comunal1 (JAC) y de las
organizaciones locales de productores, como operadores
para la reactivación de la economía local desde los
proyectos productivos lícitos. Estas organizaciones de
carácter local representan el tejido social desde donde se
regenera la confianza y los valores en las comunidades,
proporcionando nuevas oportunidades para el trabajo
organizado y fiable.
Componente negociador (público–privado). Otro factor
clave para la sostenibilidad de los proyectos en zonas de
posconflicto es la sincronización de las acciones públicas
y privadas en el territorio. Desde este componente, se
buscan acercar a los sectores privado y público de los
gobiernos municipales para crear un entorno propicio
para la participación de organizaciones privadas en las
zonas de posconflicto. Desde estas negociaciones se
produce un enriquecimiento mutuo, desarrollando las
capacidades para pensar y actuar de forma original e
imaginativa (IPMA, 2010). Estas relaciones permiten
explotar la creatividad, individual y colectiva de los
planificadores, en beneficio de las personas y a favor del
bien común (Cazorla y De los Ríos, 2010). En cada zona
de posconflicto se tiene que formular una estrategia de
negociación que se adapte a sus propias necesidades,
teniendo en cuenta sus ventajas y recursos. Esta función
conlleva a la concertación y a la negociación entre varios
protagonistas, e implicará el compromiso para asumir
y gestionar riesgos (Friedmann, 1993), desde una
planificación transactiva y negociadora (Cazorla, 2015).
Componente político-contextual. Desde este componente
se busca dotar al proceso y a los proyectos de elementos
fundamentales para relacionarse con las organizaciones
políticas y con las diferentes administraciones públicas
de los distintos niveles. La selección de los municipios
por parte del Gobierno nacional para desarrollar acciones
de posconflicto se basa en consultas directas a las
autoridades civiles, militares y policiales en el territorio. A
su vez, mediante visitas de campo a los territorios objetivo,
por parte de los planificadores, se corrobora el interés de
los pobladores en participar en los procesos de desarrollo
alternativo y la percepción de la seguridad.
Componente del aprendizaje social. Por último, se
busca dotar al proceso de un componente integrador
que garantice espacios de aprendizaje social entre los
diferentes subsistemas, que lleven a aprender de los
verdaderos protagonistas del cambio. Supone poner el
énfasis en acercar el conocimiento y la práctica de la
planificación a la acción misma (Friedmann, 1993). El
proceso de aprendizaje social funciona con el supuesto
central de que todo aprendizaje efectivo proviene de
la experiencia de cambio de la realidad. Se trata de
que la población afectada participe activamente en la
planificación, implicando a la gente en la acción desde
el inicio del proceso, para cambiar la realidad y generar
nuevos valores que inspiren y dirijan desde el diálogo y
el aprendizaje mutuo (Cazorla, et al 2013).
1. Las Juntas de Acción Comunal son organizaciones civiles que propenden por la participación ciudadana en el manejo de sus comunidades. Sirven como medio de interlocución
con el Gobierno Nacional.