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Retos de ingeniería para la producción de piña de alta calidad en el Valle del Cauca: el caso de Bengala Agrícola |
Camilo Franco y Gustavo Barona
Universidad de los Andes, Bogotá D.C., Colombia.
correspondencia óptima entre la aplicación de recursos
y las prácticas agronómicas. Un elemento central de
este paradigma es la identificación (automática) de
zonas de gestión con el objetivo de utilizar los recursos
eficientemente en el cultivo de acuerdo con sus
necesidades específicas, de la mano de la tecnología
y asegurando altos beneficios tras la implementación
de prácticas agronómicas adecuadas (eficientes y
sostenibles). De esta manera, las zonas de gestión
permiten aplicar distintos tratamientos de manera
individualizada en función de las necesidades del cultivo
y el suelo, discriminando a nivel de planta o del fruto
específico, y asegurando la satisfacción de niveles
mínimos de calidad, los cuales se corresponden con un
mayor precio de mercado.
En el caso de Bengala, los suelos de los cultivos exigen un
balance adecuado en su composición química, ofreciendo
los nutrientes necesarios para el desarrollo exitoso de
la plantación y, por ende, para lograr un fruto de buena
calidad. La inversión inicial de Bengala para la preparación
del suelo de sus cultivos se estima en 50 millones de
pesos. Dicha preparación es uniforme y no tiene en cuenta
la variabilidad entre distintas zonas dentro del mismo lote
cultivado; pero si se diera un tratamiento diferenciado
que ahorre en el uso de fertilizantes y pesticidas, esa
inversión inicial podría reducirse si se tienen en cuenta los
requerimientos de la piña, la tecnología para fertilizar y
prácticas agronómicas sostenibles.
En general, la implementación de técnicas de precisión
(a partir de datos de sensores y conocimiento experto)
permite optimizar el uso de recursos, obedeciendo a
los requerimientos del cultivo en sus distintas zonas de
gestión. Es así como estas técnicas permiten la aplicación
inteligente de hormonas –necesarias para la polinización
artificial de la piña en Colombia–; de fertilizantes como
calcio, nitrógeno y fósforo; de pesticidas/protectores para
el control automático y preciso de plagas; y la utilización
sostenible de recursos naturales como el agua, teniendo
en cuenta que mientras en países competidores como
Costa Rica llueve 4.000 mm/año, en el sur del Valle y el
norte del Cauca llueve entre 1.200 y 2.000 mm/año.
El uso intensivo de tecnología bajo este paradigma de
precisión también permite optimizar distintas tareas
logísticas y de gestión del cultivo, como la deteción de
plagas y enfermedades, o decidir el momento adecuado
para cosechar teniendo en cuenta distintos parámetros/
índices de calidad. De este modo, por medio de
métodos no-destructivos y estadístico-computacionales,
se puede extraer el conocimiento deseado a partir de datos
recolectados sobre el campo mediante el uso de cámaras
y sensores. Estos métodos no-destructivos, basados
en sensores y aprendizaje computacional (Fernandes et
al. 2015), permiten la evaluación automática tanto del
cultivo, por ejemplo, mediante mapas de vigor, como del
fruto y la estimación de sus parámetros nutricionales y
organolépticos de calidad.
La piña debe ser inducida
artificialmente para que
florezca, y posteriormente es
polinizada por los insectos
de la zona. Para ello,
Bengala utiliza un spray-boom
que rocía todas las
plantas en un lote. Estos
lotes son actualmente
las unidades de gestión
sobre las que se toman las
decisiones a nivel de cultivo.