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lograr cadenas de suministro eficientes desde el punto
de vista económico, ambiental y social, valiéndose de
la interconectividad digital y operacional que permiten
los dispositivos actuales, en el marco del Internet
de las Cosas (Mitton & Simplot-Ryl, 2011). De este
modo, aunque parezca una tarea titánica, la apuesta
de Colombia debe ser por dar un salto, no de una, sino
de dos generaciones en infraestructura de transporte y
telecomunicaciones, así como de regulación alrededor
de las mismas, pues mucho de la novedad está en la
flexibilidad y rapidez con la que evolucionan los modelos
de negocio. De lo contrario, la brecha de competitividad
del país se puede profundizar peligrosamente,
comprometiendo el potencial que le ofrece su también
vulnerable biodiversidad.
En una línea similar, es importante identificar y
capitalizar fenómenos propios de una economía cada
vez más mediada por la tecnología (MacLeod et al.,
1997; Alston & Pardey 2014). El auge de las economías
colaborativas tipo Uber o AirBnB abarca cada vez
más sectores y genera dinámicas diferentes según
el contexto socioeconómico. En Colombia ya existen
emprendimientos como Frubana, Correcaminos (Uber®
de carga), WeLog (plataforma para fletes) que, además de
proporcionar servicio de entrega de productos agrícolas,
buscan conectar pequeños productores con pequeños
consumidores, eliminando intermediarios y ofreciendo
alternativas frente a las cadenas de supermercados
(“grandes superficies”) que, con frecuencia, resultan
inconvenientes para los productores. Igualmente, estas
tecnologías han empezado a permear los sectores
de crédito y seguros (Tasca et al., 2016), en los cuales
puede haber oportunidades para productores agrícolas
que requieren capital y pólizas de acuerdo a necesidades
muy particulares de sus negocios. Por último, además
de la dinámica que introducen las aplicaciones móviles,
se viene consolidando el uso de mecanismos tipo
blockchain que permiten hacer transacciones ágiles y
confiables a través de registros distribuidos inmutables;
por ejemplo, esquemas de pago contra entrega, o pagos
sujetos a contingencias, pueden llevarse a modalidad
de contratos inteligentes en los que ambas partes
confían en el cumplimiento del otro, puesto que queda
automatizado. En un contexto cultural y normativo que,
como el colombiano, presume desconfianza, son valiosos
Cartama nació en el año
2000 con el reto de producir
aguacate Hass en zonas
tropicales y montañosas de
Colombia.