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Sí se puede
Carlos Gustavo Cano · Editor invitado
Profesor Distinguido. Facultad de Administración, Universidad de los Andes
Exministro de Agricultura y Desarrollo Rural de Colombia
Contacto: cg.cano@uniandes.edu.co
La historia reciente de la economía colombiana indica la
persistencia de su dependencia de los recursos naturales,
en particular de los hidrocarburos y, especialmente,
del petróleo. En el año 2013 las exportaciones del
sector minero-energético ocuparon el 72 % del total
de las ventas externas del país, y la renta petrolera del
fisco, es decir la porción proveniente de los impuestos
directos, más lo dividendos de Ecopetrol alcanzaron a
representar la quinta parte de los ingresos del Gobierno
Nacional Central.
Semejante panorama, habida cuenta de la pronunciada
volatilidad de los precios de los hidrocarburos y los
minerales, somete el aparato productivo de la Nación a
una preocupante vulnerabilidad.
Resulta apremiante por tanto impulsar la diversificación
de la estructura de la actividad económica a partir de
nuevos renglones que contribuyan a la generación
sostenible de empleo bajo condiciones de competitividad
y equidad.
Sin duda, una de las más promisorias ventanas de
oportunidad con que cuenta el país se halla en el sector
de los agronegocios y la industria alimentaria, a la par
del turismo de naturaleza que lo debe acompañar.
Según las proyecciones de la FAO y la OCDE, en 2050
el mundo contará con una población de 9.700 millones
de personas, en contraste con los 7.500 millones
de hoy, cuya alimentación exigirá un incremento de
la producción agrícola del 70 % con relación al nivel
alcanzado en 2009. Bajo las condiciones actuales en
materia de ciencia y tecnología, ello demandaría un
incremento de 900 millones de hectáreas cultivadas
sobre la actual frontera agrícola de 1.500 millones. Sin
embargo, se estima que solo habría la posibilidad de
incorporar 70 millones de hectáreas nuevas. El resto
tendría que provenir del cambio técnico, tal como la
humanidad logró hacerlo durante los últimos 60 años, a
partir de la llamada revolución verde.
La mayor parte de la tierra cultivable de cara al futuro
se halla en África y América Latina. Y dentro de América
Latina, Colombia ofrece un potencial enorme. En
efecto, de 114 millones de hectáreas que constituyen
su territorio continental, al menos 22 millones se
consideran aptas y óptimas para la producción. Pero
sólo 7 millones se cultivan. O sea que en corto tiempo se
podría más que triplicar el aporte del agro a la economía.
La Facultad de Ingeniería de la Universidad de los
Andes, a través de su revista institucional, la Revista
de Ingeniería, ha querido sumarse a este cometido,
dedicando esta edición al tratamiento del tema. El
método seleccionado tras ese propósito es la exposición
de un puñado ejemplar de efectos demostrativos. Esto
es, de casos exitosos de nuestro país, a través de los
cuales los lectores, docentes y estudiantes podrán
comprobar que ‘sí se puede’. Para tal efecto, un grupo de
profesores de la Facultad se ocupó de visitar y entrevistar
a destacados empresarios, estudiosos y analistas del
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