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REVISTA DE INGENIERÍA 45 / Enero-Junio 2017

89 Es notable, por ejemplo, la mejora que ha tenido el país en los últimos 17 años en reducción de la pobreza. Hacia el año 2000, aproximadamente el 50 % de la población colombiana estaba apenas por debajo del nivel de pobreza, y ahora ésta se ha reducido en un 30 %, con una tendencia a la baja anualmente; en ese mismo periodo la pobreza extrema se redujo del 25 % al 10 %. Sin embargo, esos avances no han sido tan evidentes visto tanto en ese 20 % que está en las zonas rurales, aislado, y si queremos seguir mejorando en este aspecto, en el tema de la desigualdad, tenemos que llegar al campo. La pobreza no ha dejado de ser un problema latente en las principales ciudades del país, pero la pobreza extrema ha sido erradicada casi por completo. En Bogotá no hay pobreza extrema. En Medellín tampoco. ¿Dónde está entonces? Está allá, en las veredas, en el campo. En los recorridos aéreos que he hecho con el Ministerio de Transporte y mi equipo de trabajo siempre me pregunto cómo son las dinámicas de vida de los habitantes de esos caseríos. ¿Cómo llegan los niños al colegio? ¿Cómo llegan sus padres y madres al trabajo? ¿Cómo acceden a los servicios de salud? Las vías con las que cuentan estos ciudadanos están en muy malas condiciones, tanto así que la única opción es transitarlas a lomo de mula, en recorridos que pueden tomar varias horas. Ese es el problema que tenemos que resolver; de lo contrario, seguir avanzando como sociedad e integrar a los más pobres y vulnerables a la economía nacional será imposible. Es por esto que hace poco más de un año comenzamos un grupo de trabajo y discusión con el Ministro para el Posconflicto, Rafael Pardo, en el que han participado algunos de los invitados a este Foro, como el doctor Otoniel Fernández, quien puso toda su experiencia en lo que ha sido la reparación de vías terciarias con apoyo de la comunidad. Esto ha sido muy importante porque, en esta etapa de posconflicto o post acuerdo, vamos por fin a tener la oportunidad de llegar a estos lugares, otrora tan distantes y de difícil acceso, y no podemos improvisar, teniendo en cuenta que en años anteriores Universidad de los Andes, Bogotá D.C., Colombia. Muy buenos días para todos. Un saludo muy especial para nuestro anfitrión, el decano de la Facultad de Ingeniería, Alfonso Reyes; al ex ministro Germán Cardona, mi exjefe y muy buen amigo; al profesor Bernardo Caicedo, quien también es miembro de nuestro Consejo Asesor en la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI); al doctor Raúl Torres, de Provías del Perú, y a todos los amigos y caras conocidas que están hoy aquí presentes. En primer lugar es importante poner en perspectiva la importancia de las vías terciarias. Nosotros desde la ANI, con el apoyo del Ministerio de Transporte y la Presidencia de la República, estamos trabajando en las grandes vías, en las vías arterias del país. Entre el INVÍAS y la ANI tenemos aproximadamente 18.000 Km, que unen las principales ciudades del país y las comunican con los puertos y las fronteras. Si uno ve la geografía económica colombiana, es decir, donde vive la gente, donde están las fábricas, donde está el consumo, resulta que el 80 % está alrededor de esas vías primarias, si no más. Por eso es tan importante desarrollar esas vías, y por eso es que estamos trabajando en este momento en mejorar sus especificaciones; en que sean vías por las que los colombianos podamos transitar de forma segura, no a 30 o 40 Km/h en un camión, sino a 60, 80 y 100 Km/h; que el tiempo de recorrido entre Bogotá y Buenaventura, o Bogotá y Cartagena en camión caiga a la mitad; e incluso, que a través del Río Magdalena, que es mucho más demorado (llegar toma 6 días), se pueda hacer en un tiempo más corto.Todo esto redunda en la competitividad de Colombia, en que el PIB crezca y el país sea más próspero, pero no en la equidad ni en la paz. ¿Qué ocurre? Casi el 80 % de la población colombiana habita en zonas urbanas y depende de las vías primarias para movilizarse. Sin embargo, el 20 % restante está muy aislada, y si revisamos los índices más altos de pobreza, de miseria y violencia, están concentrados en esas zonas, que, entre otras, no cuentan con una infraestructura vial desarrollada.


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