4 Obituario Hernando Durán Una vida dedicada a la academia Se suele afirmar que las instituciones trascienden a las personas. Es cierto, pero también lo es que, en cada instante de la vida institucional, las personas son la institución. Es a través de ellas que los sueños institucionales se hacen realidad. En gran medida, la imagen de la institución emerge y se mantiene por el quehacer colectivo y cotidiano de quienes en ella laboran. Por lo tanto, reconocer y destacar este esfuerzo particular es parte fundamental de una institución que quiere trascender. Este es el caso de la Universidad de los Andes. En las instituciones de educación, la responsabilidad de diseñar, guiar, evaluar y actualizar los procesos de formación, recae en sus profesores y profesoras. Algunos de estos profesores, como Hernando, decidieron dedicar su vida entera al cultivo cuidadoso de esta vocación. Hernando se vinculó a la Universidad de Los Andes como estudiante de pregrado. Fue parte de las primeras promociones del Programa 3-2 de ingenieros eléctricos uniandinos, que cursaron los tres primeros años en los Andes y los dos últimos en la Universidad de Illinois. Allí mismo cursó su maestría en los años sesenta. En 1967 se trasladó a la Universidad de Stanford en donde terminó sus estudios de doctorado sobre la Fiabilidad en Sistemas y Redes de Distribución Multiterminal. Regresó al país y se vinculó, desde entonces, como profesor del actual Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica. Fue uno de los primeros profesores colombianos de la Facultad en dictar los cursos de Sistemas Lineales, Circuitos, Métodos de Computación y Teoría Electromagnética, entre otros. Desde entonces, sus contribuciones a este campo de la ingeniería y a la física fueron conformando un trabajo notable y digno de ser reconocido. Su interés y compromiso por la docencia y la investigación influyeron a decenas de jóvenes investigadores y emprendedores en estas áreas. Durante su trayectoria, contribuyó a fortalecer las redes de la Facultad con pares internacionales. Fue director del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica y Decano de la Facultad de Ingeniería. Siempre se preocupó por la formación integral de sus estudiantes, especialmente en aspectos como la ética profesional, la responsabilidad social y el desempeño político, competencias vitales para el actual ejercicio profesional. Hay quienes afirman que tenemos dos vidas y que la segunda empieza cuándo nos damos cuenta de que solo tenemos una. Es a partir de ese momento, que reconocemos que el trabajo es parte importante de la vida, pero no su esencia; es cuando otras dimensiones del ser, como el placer por las artes, la música y la literatura, alimentan el espíritu para complementar nuestro intelecto. Es cuando cada instante de la vida se disfruta como si fuera el último. Esta es la serenidad de la madurez y puede llegar a cualquier edad; entre más pronto, mejor. Hernando encontró este nirvana muy joven e hizo de esta universidad su Universidad, un espacio para enriquecerse enriqueciendo a los demás con su generosidad intelectual, caballerosidad en su trato hacia los demás y cuidado en las relaciones con sus estudiantes, administrativos y colegas. El pasado 26 de abril, la Facultad de Ingeniería le rindió un merecido homenaje como reconocimiento a toda una vida dedicada a servir en Los Andes. Pocos días después su cuerpo descansó en paz, pero nos dejó el invaluable legado de su ejemplo.
REVISTA DE INGENIERÍA 45 / Enero-Junio 2017
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