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REVISTA DE INGENIERÍA 44 / Enero-Junio 2016

11 Universidad de los Andes, Bogotá D.C., Colombia. Además de la violencia y la excesiva concentración de la tierra, el escaso acceso a insumos y bienes públicos productivos, así como el atraso tecnológico, contribuyen a la poca explotación de la tierra y baja productividad agropecuaria. Un 16.8 % de los productores agropecuarios reportan contar con construcciones productivas, y un 16.6 % con maquinaria productiva. Al respecto, Ospina (2016) señala que el uso de maquinaria aumenta en un 13 % la productividad de los pequeños productores. Sin embargo, el acceso a ella está concentrado en los productores de más de 1.000 hectáreas, de los cuales un 51.1 % reporta tenerla. Solo el 11.4 % de los propietarios de menos de cinco hectáreas cuentan con maquinaria productiva. Por otra parte, el acceso al crédito también es escaso: 11.1 % de los pequeños productores solicitan financiación y 90 % de estos la consiguen (DANE 2014). La innovación tecnológica en la producción agropecuaria y en las áreas rurales es baja o casi nula. Según el Tercer Censo Nacional Agropecuario, un 10 % de los productores recibe asistencia técnica, lo cual inhibe la adopción de nuevas tecnologías productivas. Por ejemplo, Camacho and Connover (2010) muestran que el uso de celulares para recibir información de precios agrícolas mejora las condiciones de los productores agrícolas al reducir la dispersión en el precio de venta de sus productos y disminuir la pérdida de su cosecha entre el 11 % y el 14 %. Pese a la importancia de la tecnología móvil, muchas regiones del país aún no reciben señal o tienen un acceso deficiente y débil a internet. La baja rentabilidad para el sector privado de llevar estas tecnologías a zonas rurales aisladas determina este bajo acceso (Balen y Valenzuela, 2016). Balen y Valenzuela (2016) propone en esta edición de la Revista diseñar soluciones creativas para ampliar la cobertura de las Tecnologías de la Información en áreas rurales, tales como permitir que pequeños operadores regionales usen los denominados ‘espacios blancos’, que no están siendo utilizados por los grandes operadores por considerarlos de escasa rentabilidad; así mismo, promover que los operadores compartan infraestructura en zonas rurales no rentables y proveer incentivos tributarios para la compra de teléfonos móviles inteligentes, similares a aquellos dados para compra de computadores. El aislamiento de los mercados al que muchos productores rurales se ven sometidos debido a la deficiencia de las vías, tiene un gran impacto sobre la competitividad y bienestar de las familias rurales. Carlos F. Sánchez (2016) discute en este número, basado en datos de la Encuesta Longitudinal de la Universidad de los Andes, cómo las intervenciones viales en áreas rurales aumentan la productividad agrícola, abren nuevos mercados, aumentan la especialización de los productores agrícolas, el consumo agregado de los hogares y la participación de éstos en actividades no agrícolas, ayudando a reducir la pobreza en dos puntos porcentuales. Pese a la importancia de las vías secundarias y terciarias para conectar a los agricultores con los mercados en donde comercializan sus productos, las condiciones de éstas son deficientes. En este número, Germán Ospina (2016) hace un importante diagnóstico de la red vial en Colombia, que cubre cerca de 216.000 km, de los cuales el 8 % hace parte de la red primaria, operada por entidades del Gobierno Nacional (como el Invías); el 21 % a la red secundaria, a cargo de los gobiernos departamentales, y el 71 % restante corresponde a la red terciaria, administrada por el Gobierno Nacional y los entes territoriales. Después de la transferencia del manejo de vías que hizo la Nación a las gobernaciones y municipios, en 1993, poco se conoce sobre longitud y condiciones exactas. Además, las especificaciones y calidad de las vías son heterogéneas a lo largo del territorio nacional. Ospina (2016) argumenta que existen recursos suficientes para ampliar y mejorar las redes secundarias y terciarias del país, así como la posibilidad del uso de tecnologías menos costosas para hacerlo. Por ejemplo, en algunas vías terciarias la pavimentación no es la mejor alternativa, pues existen tecnologías más adecuadas y menos costosas. Por último, el autor recomienda que se deben diseñar alternativas para promover la participación de la población en la construcción y mantenimiento de las vías. Por otra parte, la dificultad para acceder al agua, tanto los hogares como para la producción agrícola, es un problema latente y sin soluciones tangibles en el país rural. Según el CNA (2013), un 93.6% de los productores tienen acceso al agua, pero de estos más de la mitad


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