Memoria | El modelo pedagógico de Los Andes en los años cincuenta, de disruptivo a ejemplar
habían cometido durante el proceso de resolución de los
problemas y complementaba la teoría del libro guía.
Pero no solo la clase era diferente, también lo era la
manera de evaluar, “aunque no todos, muchos profesores
hacíamos los exámenes con el libro abierto. Nunca fue
de nuestro interés que los estudiantes memorizaran la
teoría o las fórmulas, sino que aprendieran a usarlas
para resolver problemas” comenta Salgado, explicando
también que esta dinámica era que la posibilitaba forjar
a un estudiante autónomo, el cual adquiría la teoría,
la ponía en práctica en la resolución de los ejercicios
propuestos y, poco a poco, se iba independizando del
profesor y quedaba preparado para estudiar por sí solo.
“Era un método de enseñanza totalmente diferente con
el que se buscaba la autonomía del estudiante al punto
que, una vez graduado y en el ejercicio profesional,
jamás respondería que no podía hacer algo porque no se
lo habían enseñado en la universidad, sino que buscaría
un libro y el concepto de un colega para resolver un
problema” enfatiza Salgado.
Orígenes del modelo
Contrario a las críticas de algunas de sus universidades
pares en el país que enseñaban también Ingeniería, el
de Los Andes no era un modelo pedagógico caprichoso,
de hecho, en aquel momento no era nada diferente al
resultado de la estrategia establecida desde su misma
fundación: ofrecer a los estudiantes la posibilidad
de empezar su carrera en Colombia y terminarla en
universidades estadounidenses de gran prestigio,
como la Universidad de Illinois y, posteriormente, la de
Pittsburgh.
Naturalmente, si el propósito era preparar a los
estudiantes para que completaran sus estudios en
Estados Unidos, el modelo pedagógico debía ser el
mismo o, al menos, similar al del país norteamericano.
Por lo tanto, para Los Andes no era una opción preservar
aquel modelo franco-español al que se refería Salgado,
el cual era predominante en la educación superior
colombiana y había sido fervorosamente adoptado por
instituciones como la Universidad Nacional de Colombia
en Bogotá y la Escuela Nacional de Minas en Medellín.
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“Ese era el atractivo de la Universidad de los Andes
y lo que le daba una gran reputación: que los
estudiantes se iban a Estados Unidos y llegaban
graduados de allá, incluso con posgrado” sostiene
Salgado. Evidentemente, para que estos pudieran
acoplarse a la vida académica americana, el mayor
esfuerzo debía concentrarse en facilitar esa transición
desde Colombia; por lo tanto, era preciso adaptar
los currículos, las metodologías de enseñanza y
aprendizaje, los promedios, créditos y prerrequisitos,
y no menos importante: el tiempo.
La propuesta Uniandina referente a ciclos de tiempo
distintos al tradicional sistema anual resultaba
sencillamente inconcebible. Sin embargo, la necesidad
de acoplarse en la mayor medida posible al modelo
estadounidense no era negociable y para lograrlo, Los
Andes implantó un sistema de estudio semestral que
se ajustaba a los requerimientos norteamericanos.
“Desde el principio nos propusimos seguir el método
americano, tanto con créditos, como con materias,
currículos y todo lo demás. Incluso usábamos los
mismos textos que consultaban allá porque no
podíamos permitirnos que hubiera un desbalance en
la transición Colombia – Estados Unidos. El proceso
debía ser perfecto”, comenta Salgado. El sistema de
créditos y prerrequisitos fue implantado por primera
vez en 1957 en la Facultad de Economía por parte
de su decano Jorge Luis Lara y rápidamente Eduardo
Aldana Valdés hizo lo propio en Ingeniería.
Dicha semestralización venía igualmente de la
mano de una considerable reducción del tiempo de
carrera, pues en Estados Unidos el tiempo total de un
programa de pregrado era de cuatro años, mientras
en Colombia era de seis. La sola idea resultaba tan
descabellada en el momento que, según relata
Salgado “en otras universidades nos decían que
estábamos formando ‘teguas’ y no ingenieros”. Pero
este concepto innovador reposaba precisamente
en el ideal del estudiante independiente quien, por
cada hora de clase en la Universidad, debía cumplir
con dos horas adicionales de trabajo autónomo en su
casa. Esa fórmula básica que adoptó Los Andes es
lo que hoy se reconoce como el sistema de créditos,
ampliamente interiorizado en todas las universidades
del país.
Universidad de los Andes, Bogotá D.C., Colombia.